Obras se preocupa de que reclutados y reclutadas lleguen al club con la seguridad de que se van a sentir en casa. Es por eso que no sólo se trata de una institución orientada a lo deportivo, sino también de un club que promueve un desarrollo educativo y social. El Instituto Obras, emplazado en la sede de Avenida del Libertador, en el prestigioso Barrio de Nuñez, junto con su estadio principal de básquetbol, sus alternativos y su gimnasio profesional, entre otras instalaciones, sirve como faro para construir mucho más que deportistas de elite. Desde su dirigencia, la bajada es clara: los jugadores deben brillar dentro y fuera de la cancha. Deben ser ellos mismos escuela. Es por eso que el Rockero prioriza el afán de crear sentido de pertenencia, con instalaciones de primer nivel (que incluyen hospedaje para reclutados y reclutadas), y un grupo de profesionales listo para satisfacer las necesidades de las gemas en construcción.
Los chicos que llegan a Obras son acompañados por responsables de área (Javier Ielmini, por el lado del masculino, y Diego Frega, del femenino) con el objetivo de que sólo se preocupen por jugar. Además del cuerpo de entrenadores, psicólogos, nutricionistas y médicos, quienes se brindan por completo a diario. En el secundario del Instituto Obras, la figura de Paula Larrayoni, directora de Nivel, cobra un rol importante. “Los padres de los estudiantes reclutados, cuando vienen, pasan por la escuela para saber cómo se están desempeñando sus hijos. Entre todos tratamos de formar una red de contención y los seguimos de cerca para que el desarrollo sea integral”.
En Obras, el esfuerzo y acompañamiento es en conjunto. Esto no sólo promueve un mejor esfuerzo dentro de la cancha sino que las herramientas que se obtienen afuera promueven una mejor calidad de vida a futuro. La segunda familia de los chicos siempre está a la orden del día.
Actualmente, son diez chicos y diez chicas los que forman parte del programa de reclutados, con el objetivo de desarrollarse en los distintos ámbitos de su formación.
LAS DIEZ RECLUTADAS
Nicole Tapari y Anna Giorgio arribaron al club de Núñez a principios del 2019, con apenas 15 años. Ambas jugadoras, nacidas en Entre Ríos, se encuentran en el Tercer Año del nivel Secundario, al igual que Abril Godoy. De todos modos, la jugadora oriunda de Florida (Buenos Aires), empezó a jugar en Obras en 2018 (13 años) y fue reclutada en los inicios del 2019.
Agustina Marín (Gualeguaychú, Entre Ríos), Rocío Bereilh (Mar del Plata), Génesis Toledano Aset (Mendoza) y Camila Mayoral (Jujuy), no solo comparten cancha en la Liga de Desarrollo Femenina. También, empezaron su camino en el rockero desde el arranque del 2018 y con 15, 17, 15 y 14 años de edad, respectivamente. Todas están cursando el cuarto año del Secundario del Instituto Dr. José Ingenieros.
Micaela Sabater (Gualeguaychú, Entre Ríos), Valentina Numa (Olivos, Buenos Aires) y Dalma Piri (San Cristóbal, Santa Fe) son las tres que están abriendo su nueva etapa académica, en el nivel Terciario. A excepción de la primera (Psicología en la UBA), todas están aprendiendo de la carrera del Profesorado de Educación Física. Sabater llegó al aurinegro en 2015 (16 años), Numa en 2018 (17) y Piri en 2019 (18).
LOS DIEZ RECLUTADOS
Tres de los diez reclutados están cursando el quinto y último año del Nivel Secundario. Dos de ellos son Gastón Bertona (San Guillermo, Santa Fe) y Víctor Andrade (Santo Antão, Cabo Verde), quienes son de los que llevan más tiempo formándose en Obras. Ambos llegaron en 2017, con 16 años de edad. El otro es Matías Von Schmeling (Formosa), arribado al club a los 17 años, en el amanecer del 2018.
Matías Zenarruza (Jujuy) se egresó a fines del 2018, luego de dos ciclos lectivos completos en el Instituto. Al igual que Bertona y Andrade, desembocó en el rockero en 2017 y con 16 años. En tanto, Martín Flores (San Isidro, Buenos Aires) está cerca de completar los estudios del secundario, tras haber iniciado el nivel en el mismo año que Zenarruza (17 de edad).
Juan Pablo Venegas (Lima, Perú), Arthur Costa (Campinas, Brasil) y Fernando Fuenmayor (Maracaibo, Venezuela) tomaron la misma decisión, a la hora de inscribirse en el nivel terciario. Es que los tres se encuentran en el Primer Año de la carrera del Profesorado de Educación Física, en el Dr. José Ingenieros.
Por otro lado, Ignacio Xavier (Montevideo, Uruguay) y André Ribera (Santa Cruz, Bolivia) están vistiendo los colores aurinegros en la Liga de Desarrollo FeBAMBA. Ambos se ganaron el lugar después de buenos rendimientos en el certamen nacional de la misma categoría.
LA ADAPTACIÓN AL CLUB
El desembocar en Capital Federal y entrar en el ritmo de la rutina diaria es todo un desafío para los reclutados. Si bien a algunos les cuesta menos que a otros, ejercen responsabilidades de manera inmediata y deben lidiar con los cambios en cada una de las actividades: deportivas, académicas y domésticas.
“Me costó adaptarme al colegio y a vivir sola, tenía 15 años cuando llegué. El planchar la ropa, ordenar la pieza, pero aprendemos mucho todos los días”, recordó Genésis Toledano Aset. Asimismo, Martín Flores contó: “A pesar de no vivir tan lejos, ser reclutado es todo un desafío. Tenés que cumplir con un montón de cosas que quizás los chicos que viven en sus casas no lo ven. Pero con la ayuda de todo el entorno que nos acompaña salimos adelante”.
El punto incentivador es que tienen en claro que hay una razón particular por el cual forman parte de Obras. Ese motivo es crecer para convertirse en un jugador profesional en el futuro, lo que automáticamente los motiva a encarar los obstáculos.
“Jugando una liga nacional para Luis Luciano de Udinarrain (Entre Ríos), me vieron e invitaron ese verano a un campus, además de conocer el club. Era una oportunidad que me sorprendió y no podía desaprovechar, me mudé a Capital Federal con la intención de ver si me gustaba y adaptaba. Ahora, llevo cinco años viviendo acá”, explicó Micaela Sabater.
Además, viven en una casa junto con personas que comparten la misma situación de vida, por lo tanto forman una familia y se sienten muy acompañados en la institución. “Todos vamos por un mismo sueño, así que cada día trabajamos. Lo lindo de este deporte es que conocés a amigos que luego se convierten en tus hermanos”, resaltó André Ribera.
Los entrenadores cuentan con un rol fundamental en la evolución de los jóvenes, en todos los aspectos. El DT de la U19, Primera y Liga Femenina, Francisco Pirani, se refirió a su papel en el objetivo de que las chicas se sientan cómodas en el club. “Tratamos de darle mucha contención, y que pasen tiempo en el colegio y entrenando. La rutina es cansadora durante las primeras semanas, porque no todas están acostumbradas. Pero ellas están muy bien, buscamos formar jugadoras y también buenos grupos de personas”, dijo.
LA ORGANIZACIÓN DE LOS HORARIOS
Es imprescindible establecer horarios de estudio, ya que la semana se destina gran parte del tiempo a los entrenamientos, partidos y el colegio. Es por eso que los reclutados entienden la prudencia como la virtud clave, en el fin de exprimir los momentos disponibles entre cada una de las actividades.
“Tengo una libreta que está separada por días de la semana. Está todo ahí, dividido por color, hora, Profesor, tareas. A veces coinciden los entrenamientos con la Liga y cambian los horarios. Entonces, hay que tenerlo en cuenta para no confundirse”, destacó Rocío Bereilh.
También, Matías Zenarruza resaltó uno de los beneficios que ofrece el Instituto. “Siempre encontrás un espacio para estudiar. Aparte, el colegio es muy flexible porque te dan muchas opciones para poder aprobar”, aclaró. Y Gastón Bertona agregó: “Está en cada uno de nosotros aprovechar ese lapso de tiempo. Cuesta sentarse a estudiar cuando uno está cansado y en un rato tiene que volver a la rutina. Pero hay que meterle ganas”.
Por otro lado, los entrenadores son conscientes de las oportunidades que brinda el Instituto. “Cuando vienen, no solamente es para jugar el básquet, sino también a continuar sus estudios, finalizarlos y comenzar con una carrera. El colegio es una prioridad, y los entrenamientos están preparados para realizarse después de la obligación escolar”, dijo Santiago Petersen, DT de U17 y U19 Centro.
Además, Lucas Benítez, coach de las categorías U15 y U17 Norte, añadió: “Hay un seguimiento diario de su rutina. Como cuerpo técnico, hacemos un trabajo en conjunto con sus Profesores. Todo se entrecruza para que el chico tenga un óptimo rendimiento, tanto en lo deportivo como en la educación”.
LA PRUEBA MÁS DIFÍCIL DE LOS RECLUTADOS
Vivir lejos de la familia no es una tarea fácil, debido a que se trata de aquellas personas que siempre contagian felicidad y fortaleza. Los reclutados sufren la ausencia de sus padres en el día a día, sobre todo cuando se están instalando en la institución de Núñez.
«Fue muy duro para mí. Fui muy apegado a mi familia y costó estar lejos, al principio. Pero estoy seguro de que esa decisión fue la mejor para mi futuro dentro del básquet», dijo Arthur Costa.
Por el lado del club, el sentido de pertenencia significa sostener a las personas que más lo necesitan. «Intento que cuenten conmigo en aquellas situaciones que quizás no saben a quién recurrir, y estar atenta a las necesidades que tienen», aseguró Ayelén Cortez, entrenadora de las U15 y U17 femeninas.
No obstante, los jóvenes son creativos a la hora de encontrar la forma de comunicarse con ellos. «Me hablo todos los días con mis papás y mis hermanos. Y algunos fines de semana vienen para verme», señaló Anna Giorgio.
A su vez, la unión que se siembra entre los chicos de distintas partes del país, brinda la oportunidad de formar otra familia. En este caso, con espíritu rockero. «Hay cosas que no son fáciles, allá tenía a mi madre o padre para que me ayudara y aconsejara. Su cariño y palabra son sagrados. Pero me adapté gracias a mis compañeros, que son como mis hermanos», expresó Ignacio Xavier.
Dalma Piri también agregó: «Es un poco duro acostumbrarme a estar tanto tiempo lejos de mi familia. Aún así, me siento muy cómoda y contenida, sea por el club o mis compañeras. Estoy muy feliz de estar en obras y formar parte de esta gran familia aurinegra».
EL FUTURO YA LLEGÓ
Fernando Zurbriggen, Francisco Barbotti, Luca Valussi y Lautaro Berra atravesaron el mismo camino que los reclutados y cumplieron con la meta de integrar el plantel de Liga Nacional. Se trasladaron a la institución rockera a la edad de 16, 15 y 17 años, respectivamente. En aquel entonces, poseían una valija que contaba con más anhelos que ropa. Su determinación y perseverancia en el intento de cumplir sus deseos, los transformó en el ejemplo que todos los chicos buscan alcanzar hoy en día.
Los cuatro jugadores se recibieron en el Secundario del Instituto Obras. En la actualidad, Zubriggen está transitando el último año del Profesorado de Educación Física en el Terciario, mientras que Barbotti (Administración de Empresas), Valussi (Recursos Humanos) y Berra (Abogacía) se están instruyendo en la Universidad Siglo 21. Esto refleja porqué Obras considera el desarrollo académico como una prioridad: los estudios son compatibles con el profesionalismo.