Comenzaron las clases para el jardín de Infantes y la escuela Primaria en el Instituto Obras. Muchos nervios, alegrías y algunos llantos en el inicio curricular de este año.
En el primario como en cada ciclo de inicio se realizó un pequeño acto donde se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino y la rectora Viviana Oneto presentó a las nuevas autoridades y a la Directora a cargo Karina Pollarolo. Luego los alumnos empezaron con sus actividades correspondientes ya sea en las aulas como también en los deportes.
En el caso de los más pequeños todo fue más emotivo. Los nervios y la ansiedad estuvieron a flor de piel ya sea para los niños como para sus padres.
Comenzar el jardín supone la adaptación del niño a este nuevo ambiente. Para ello, no existe una receta mágica, ni un manual de instrucciones que se pueda aplicar. Teniendo en cuenta que cada niño es diferente y que son sus papás quienes mejor lo conocen, la adaptación no será un hecho que se dé de un día para el otro, sino un proceso gradual y progresivo, a veces con altibajos y que, además, puede durar semanas. Es una situación activa llena de emociones, miedos, ansiedad, dudas y deseos que se dan simultáneamente. Para el niño supone un mundo lleno de incertidumbres. Por un lado está el deseo de rodearse y conocer compañeritos y, por el otro, el temor a separarse de mamá, papá, una abuela o una persona de su confianza.
¿EN QUÉ CONSISTE EL PERÍODO DE ADAPTACIÓN?
Para lograr la integración de cada uno de los niños a este nuevo espacio, el jardín, teniendo en cuenta sus tiempos y modos particulares, respeta su historia y sus raíces.
Para que establezcan vínculos tanto con sus pares, como sus docentes.
Para que aprendan y se diviertan, respetando lo diverso en lo común, es decir, a partir de las individualidades pero con el fin de lograr un grupo.
Básicamente el Jardín se convierte en un lugar único, un espacio libre para imaginar, un buen lugar para crecer con los demás de igual a igual y ser feliz.
“La docencia es una profesión emocionalmente apasionante, profundamente ética e intelectualmente exigente, cuya complejidad solamente es vivida por quienes solemos poner el cuerpo y el alma en el aula”, Fulian y Hargreaves.