Sueños dentro de la escuelita de voley en Obras

Pasó el exámen de vóley y las chicas de la escuelita alzaron las hojas de sus notas altas. Combinaron la felicidad al esbozar sus enormes sonrisas, junto al bullicio y las ganas de gritarlo en los pasillos del Instituto Obras.

La lluvia impidió que las pequeñas saltaran a la cancha para llevar al máximo su expresión de alegría y esa energía se plasmó en la pizarra del aula con su sapiencia del reglamento del deportes y medidas de la cancha de voley.

Dos de ellas, Agustina y Valentina, se animaron a compartir porqué se inscribieron y se desempeñan en esta actividad.

Agustina Maguna, de 11 años, participa paralelamente de la escuelita de natación, y sus amigas fueron la razón para practicar vóley. «Me empezó a gustar porque Valen (su secuaz en la nota) y las chicas comenzaron a venir», señaló plena de entusiasmo. Además, Agustina asistió a una clase de artes marciales: «Probé con otras escuelitas, pero la de vóley fue la que más me convenció. Me gusta mucho cómo enseñan los saques y todo lo que rodea a los partidos».

Un día gris no será suficiente para aplacar el incentivo de las chicas: «Me gusta más vivirlo que mirarlo. Quiero aprender y jugar, porque nunca me tocó ir a un colegio deportivo.Acá llegué en quinto grado y lo disfruto muchísimo».

Como símbolo de la edad, la amistad se sobrepone en cada uno de los pasos, para compartir todos los instantes y vivenciar juntas estas experiencias. «La iniciativa de venir fue de Euge, More y Belén (su grupo de amigas). El día de mañana esperamos competir en los Juegos Olímpicos», comentó Agustina.

En una conversación muy amena donde brotó la felicidad de pertenecer, Valentina Brassesco, de 12 años, afirmó y reforzó cada frase de su amiga y compañera, pero también compartió su inicio en esta disciplina: «Siempre me gustó el deporte en general, desde chiquita. Mi papá es profesor de educación física y mi mamá también. Mi abuela es coordinadora en un colegio. Siempre me inclinaron hacia el deporte. Desde jardín vengo haciendo un montón de actividades».

Valentina se preocupa por deletrear su apellido, ya que acostumbra a que lo escriban de manera errónea, así como también se tomó un rato para reírse de sus propios errores en el vóley. «Me gusta más que nada cuando jugamos partidos. Este año pusieron la escuelita y no dudamos en venir. El bloqueo y el remate se me hace súper difícil, igual que el saque de arriba. Y lo que no me sale ni un poquito es golpear la pelota de arriba», terminó la joven atleta.

Cuando ambas culminaron con sus palabras, las estudiantes de séptimo grado Agustina y Valentina festejaron que su primera entrevista salió como la pensaron, contagiaron a sus compañeras para contar sus anécdotas en el deporte y fue hora de relucir la calificación perfecta en sus exámenes escritos.

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