“Uno vive haciéndose problemas por cosas que cree que son importantes, pero acá te das cuenta que hay cuestiones superadoras y que cada uno tiene una vida para disfrutar al máximo. Compartir estas cosas te demuestra eso”. La frase es de Selem Safar y pinta a la perfección lo que generalmente pasa cuando los problemas que se creen importantes, la cotidianeidad y el vértigo en el que se vive no permiten abstraerse de esa situación y ponerse, aunque sea por un instante, en el lugar del otro. Por todo eso, la exhibición de básquetbol en silla de ruedas entre el equipo de CILSA Buenos Aires y los jugadores del plantel de Obras Basket sirvió para romper el molde y, desde un humilde lugar, favorecer la inclusión y concientizar.
Los playones al aire libre que posee el club fueron el escenario para el evento, que estuvo enmarcado en el programa “Obras se Preocupa”. El plantel aurinegro completo, junto a la gente de CILSA y muchos chicos del Instituto Obras, participaron de la actividad. Los que se animaron y se sentaron en la silla de ruedas fueron Tomás Zanzottera, Bruno Fitipaldo, Safar, Pedro Barral, Patricio Tabárez y hasta Ramón Clemente, a quien se lo vio particularmente entusiasmado con la experiencia. “Me duelen los brazos, pero fue muy divertido. Lo que más me costó fue el ida y vuelta rápido con la silla”, dijo después el boricua, quien disfrutó y le puso muy buena onda al igual que todos.
Los jugadores sintieron en primera persona la dificultad de esta modalidad. Así lo contó Safar. “Te aseguro que estando adentro es más difícil que verlo desde afuera. Lo disfrutamos porque nos pusimos en el lugar de ellos, quienes pudieron compartir un momento con nosotros. Está muy bueno lo que se hace. Es muy complicado hacer un deporte en silla de ruedas y aparte, a nosotros que no estamos acostumbrados, nos cansa mucho. Después de hacer dos o tres canchas, se complicaba para ir y volver. Pero la pasamos muy bien. Esto aporta muchísimo. Uno comparte este momento con gente que hace el mismo deporte que nosotros y que demuestra que se puede”, dijo. Zanzottera agregó: “Me sentí muy bien, fue una experiencia muy linda jugar con los chicos, aunque no pude meter una sola bandeja (se ríe). Pero bueno, dejé todo. Es muy difícil hacer esto. Tengo los hombros a la miseria. Me costó todo: andar para adelante, para atrás, frenar, doblar”.
El entrenador Julio Lamas sabe muy bien que este tipo de experiencias llenan el alma y fortalecen como grupo humano al plantel. “Esta es una herramienta para vincularnos con personas con las que compartimos la misma pasión por el básquetbol. De esta experiencia salimos muy beneficiados, es enriquecedora y educativa. Como grupo humano que somos, además de un equipo, nos hace ponernos en un lugar en el que se aprende desde distintos puntos de vista. Estoy encantado de haber participado de esta acción”, agradeció. El hecho de ver el nivel de involucramiento de sus dirigidos y la superación personal de los chicos de CILSA son cuestiones que aumentan la satisfacción. “Al estar dentro de la actividad automáticamente te ves involucrado. A veces, de manera equivocada vemos un problema o una limitación donde no la hay, y personas con una dificultad mayor logran con su actitud y con su mentalidad superadora disfrutar y estar alegres. Eso es aleccionador”, comentó.
Valeria Román, una de las representantes de CILSA y parte de la organización, contó que hace 16 años que vienen llevando a cabo los Encuentros por la Inclusión. “El equipo de Obras Basket, el de CILSA Buenos Aires y los chicos del Instituto Obras se unieron por esta causa. Estamos felices porque se logra, por fin, la inclusión de las personas con discapacidad desde un lugar de ponerse en la piel del otro. Agradecemos a todos, este evento fue el primero de muchos”, aseguró.
Antes del evento principal, 120 chicos de nivel primario del Instituto Obras, la Escuela N° 25 D.E. 12 y la Escuela N° 4 D.E. 6 se reunieron para abrir este Encuentro por la Inclusión y realizar actividades distribuidas en distintas estaciones en el playón tendientes a lograr el objetivo de la acción. Además hubo show de Los Mamotretos, un grupo que hace percusión resignificando elementos en desuso como latas, tachos y demás. Este tipo de sonidos favorecen la actividad sensorial. Los chicos no solo fueron espectadores sino que también participaron activamente de la coordinación y el armado de la música.
“Para nosotros es una satisfacción como institución continuar haciendo aportes a la educación de los chicos. El momento que vivieron hoy, tanto los que participaron de manera activa como los espectadores, vieron la problemática de las personas con discapacidad y su inclusión en la sociedad. Es sumamente valioso trabajarlo en edades tempranas para tener una sociedad mejor. Queremos que los chicos crezcan viendo que no hay barreras o que esas barreras pueden ser superadas”, remarcó Mariano Padilla, Coordinador del Departamento de Educación Física del Instituto Obras.