La combinación entre estudio y deporte forma parte de los pilares del Instituto Obras. A partir de ahí surgen muchas historias de chicos que buscan cumplir sus sueños como atletas.
Gabriela Ayelén Maldonado tiene 25 años, es de Pilar y está cursando el segundo año del Profesorado de educación física. Hoy es lanzadora de disco, pero no siempre fue así. Pasó mucho en su vida que la hizo volcar a la especialidad. En esta charla cuenta eso y mucho más.
«Con el atletismo empecé en una escuelita de verano. Desconocía totalmente de qué se trataba. Desde chiquita me gusta competir, aunque juegue a la bolita o a la mancha. Teníamos clases dos veces por semana, de una hora, en la Cooperativa de Del Viso. Una vez que terminábamos con los entrenamientos técnicos, teníamos torneitos. Ahí lo que hacíamos era competir entre nosotros y las medallitas de oro incluían una beca de un mes en el club», habla de sus inicios Maldonado.
SUS COMIENZOS EN EL ATLETISMO
-¿Qué fue lo que te atrajo del atletismo?
-Es que yo veía que las chicas corrían y no entendía por qué lo hacían tan rápido. Siempre me preguntaba eso. Yo quería correr más rápido que ellas. Y así empecé. Creo que tenía 11 años. Arranqué en los torneos bonaerenses, que eran clasificatorios a los Evita de Mar del Plata.
-¿En qué momento de tu vida supiste que esto iba en serio?
-Tomé noción de lo que era el atletismo en mi vida cuando veía que no podía juntarme con mis amigas cualquier día y hora, porque tenía que entrenar o competir. Me pasaba también en la escuela. Tenía que priorizar todas las actividades escolares, porque si no no me dejaban ir a hacer deporte. Además, en su momento me quedé afuera de un Mundial de menores por 91 centímetros, en lanzamiento de disco. Estaba muy triste, no me podían consolar. Eso también me hizo dar cuenta de lo importante que era esto para mi.
-Pero no siempre fue el disco tu especialidad, ¿verdad?
-Claro. Cuando yo era chica me dedicaba a las combinadas, hacía varias pruebas. Pero a medida que fui creciendo, sumado a las cualidades físicas y el ojo del entrenador, derivé a otras pruebas. Esto me permitió conocer un montón de ramas. Cuando una está en etapa de desarrollo es bueno que eso pase, porque si no te limita. A mi lanzar no me gustaba. Me puse a llorar el día que me dieron una charla técnica sobre la disciplina.
-¿Qué fue lo que finalmente te llevó a cambiar?
-Pasaba que, siendo chica, en disco yo clasificaba en los torneos nacionales de mayores. Eso no ocurría en las combinadas, donde solamente lograba la clasificación dentro de mi categoría. No todo era como pensaba respecto a los lanzamientos, porque al principio me aburría, hasta que caí en la cuenta que es una prueba súper técnica. Al ser un implemento liviano (pesa un kilo en mayores) es muy técnico. Vos podés tener mucha fuerza, pero si ejecutás mal un movimiento no te va bien. Se trata de física, ángulos, fuerza, velocidad… Lo tomé como un desafío porque quería mejorar.
GABRIELA PARTICIPA EN DIFERENTES TORNEOS INTERNACIONALES
–¿Este año de qué competencias participaste?
-Tuvimos el Campeonato Nacional y los Gran Prix sudamericanos, donde compito con atletas mayores. En Concordia quedé 8°. A los Juegos Panamericanos no pude entrar porque es por marca y generalmente yo estoy tercera en el ranking argentino. Solo la primera clasifica directamente, o en su defecto que las dos primeras metan marcas mínimas.
LOS BENEFICIOS DE ESTUDIAR EN EL PROFESORADO DE OBRAS
-Imagino lo extensa y exigente que debe ser una jornada tuya…
-Sí, mi día es muy largo (se ríe). Empezamos a las 10 de la mañana con los entrenamientos, con la entrada en calor. Después hacemos todos los trabajos en pista, que serían los lanzamientos. Generalmente hacemos 50 lanzamientos cada uno, que en tiempo sería como una hora. Hay también trabajos de movilidad y algunas pasadas y, a veces, saltos o movimientos de explosión. Ahí finaliza el primer turno. Y el segundo turno tiene que ver con las pesas. Cada uno del equipo tiene su propia planificación. Tratamos de hacer los dos turnos seguidos para después tener tiempo de estudiar. Luego viene la elongación y el almuerzo. Todo en el CENARD. También estoy como profe en un taller de atletismo, en Beccar. Al Instituto Obras llego a cursar a las 18, y hay días que salimos a las 23. A veces me quedo en lo de una compañera que vive acá cerca, porque yo no vivo en el CENARD, y otras veces me vuelvo a mi casa, en Pilar.
-Y, a su vez, estás becada por la Agencia de Deporte Nacional.
-Sí, a cambio damos escuelita de atletismo en el Instituto. Termino eso y me meto a cursar. Cuando me comentaron lo de la beca yo sabía que esto era ordenado. Ese orden, que te permite cursar todo lo que necesites en horarios fijos, fue lo que me decidió a venir al Instituto. Antes me pasaba que tenía muchos baches y horarios desordenados. La facilidad que yo tengo en el Instituto es que puedo realizar las tres cosas que tengo que hacer en el día. Otra ventaja es que contempla el tema de las faltas por competencia. Son faltas que no se computan, están justificadas. En otros lugares no pasa.
-Con tantas responsabilidades, ¿cómo manejás tu vida social?
-Lo que te puedo decir es que cuando vuelvo a Pilar mis amigas se quieren juntar y yo estoy destruida físicamente (risas).
MALDONADO TIENE GRANDES OBJETIVOS
-¿Con qué soñás?
-Creo que todo deportista sueña con ponerse la celeste y blanca en cualquier torneo, pero lo más grande es representar al país en un Juego Olímpico o un Mundial. Sueño con una medalla, pero ya el hecho de participar ya sería espectacular.