El Instituto de Obras festejó el Día del Maestro de una manera distinta. Durante unas horas realizaron un intercambio de roles: los docentes fueron alumnos.

De la mano de la profesora de Educación Física Antonella Boticella y la ayuda de alumnos de tercer año del Profesorado de Obras, se realizaron diferentes actividades para los docentes. Entre juegos, bailes y canciones fue una jornada a pura diversión y un sinfín de risas, solo para ellos, nuestros maestros.

Dentro de la celebración la Directora del primario, Karina Pollarolo tuvo unas palabras alusivas para todos los docentes del Instituto Obras:

Hay maestros que dejan huella…

Maestros que sientan los cimientos del aprendizaje enseñando a los niños, lo primero, a creer en sí mismos. Siempre tienen palabra mágica para lograr de sus alumnos la mejor disposición y recordar lo valiosos que son cada uno de ellos.

Siempre con optimismo asegurando a cada niño que “Hoy va a ser mejor que ayer, nos esforzaremos para ello, dando lo mejor de mí porque puedo hacerlo, son capaces, inteligentes, únicos, respetuosos, amables, tolerantes, sé controlar mis emociones y nací con un propósito, no soy mejor que nadie, y nadie es mejor que yo”.

Es a través de este diálogo que el maestro se da cuenta de que educar a sus estudiantes, es en realidad sembrar una semilla que se cosecha en la sociedad para su progreso.

El trabajo del educador nunca termina, con su ejemplo dentro y fuera de la escuela sigue siendo el modelo a seguir de sus alumnos, un referente de vida para todos aquellos a los que impartió sus conocimientos.

Es por ello que reconocemos y enaltecemos la labor de los maestros, los profesionales de la educación, que se preparan durante muchos años para ejercer esta carrera, pilar fundamental de cualquier sociedad, pero también debemos destacar la labor de todo aquel que desde su espacio contribuye a enseñar un oficio, ofrecer una guía y enseñar con su ejemplo.

A ustedes el equipo que todos los días se pone la camiseta, viene con ideas nuevas, se compromete, le da pelea a los escollos, y podría enumerar miles de cosas más les quiero regalar este poema:

Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.

Madre Teresa de Calcuta